Desde que soy Madre voy buscando convertirme en una persona armónica, en un ser consecuente con sus emociones, en una madre capaz de amar incondicionalmente a sus niños. En esta búsqueda y con mucha necesidad de mejorar, muchas lecturas han conseguido cuestionar las formas en cómo me relaciono conmigo misma, con mis hijos y con mi familia.
A pesar de mi voluntad, de muchas lecturas, conferencias, talleres y demás, no lograba concretar cambios sustanciales en mí, tampoco era capaz de conseguir una verdadera transformación, una evolución, esa genuina renovación inalterable a pesar del tiempo y de las circunstancias.
Pero un día, uno de esos maravillosos pero comunes y corrientes días en que la vida no solamente te regala la oportunidad de vivir, llegó a mis manos el extraordinario libro Tu Hijo, Tu Espejo un libro para padres valientes de Martha Alicia Chávez, el cual inquietó mi alma de Madre a pesar de solamente haber leído la introducción. Esta autora transparentaba esa oscura realidad que estaba viviendo pero que no quería ver. A partir de ese encuentro sabía que estaba a punto de encontrar lo que buscaba.
El caso es que a pesar de quedar maravillada, por aquellos años no fui lo suficientemente valiente para terminar su lectura y preferí seguir viviendo llevada por la marea de la comodidad no obstante el año pasado, con la valentía que me dan mis tres hijos, lo retomé. Y si en aquellos años quedé afectada con menos de la mitad del libro leído, ahora después de haber releído, analizado y disfrutado el libro muchas veces, estoy afectada pero sobretodo fascinada con las verdades planteadas y conmovida por mi propia legitimidad encontrada en su contenido.